Nuestra compañera Blanca Vázquez, profesora de piano y pianista acompañante del CMUS Vigo, visita Costa Rica entre los días 20 y 31 de marzo gracias a las movilidades internacionales, fuera de la Unión Europea, que contempla nuestra Acreditación Erasmus+ 2021-2027. A continuación, tenemos el testimonio, en primera persona da propia participante:

Del 20 al 31 de marzo realicé mi primera movilidad Erasmus, y fue en Costa Rica. Visité tres sedes de la universidad, la central en San José y las de Guanacaste (Santa Cruz) y del Caribe (Limón). Fue una experiencia muy gratificante en todos los sentidos, tanto personal como profesional. El hecho de compartir vivencias con profesorado y alumnado de los diferentes centros en los que estuve fue realmente enriquecedor.

Costa Rica es un país donde la naturaleza forma parte de la vida cotidiana, y sus habitantes tienen un gran respeto por ella. En San José, la UCR (Universidad de Costa Rica) tiene un recinto enorme con su propia policía y centro de salud. Está situada en un espacio natural donde hay un mariposario, un río, árboles espectaculares, una gran variedad de pájaros y hasta un oso perezoso (el animal símbolo de Costa Rica) que vivía en un árbol enfrente de la entrada de la Escuela de Artes Musicales, (EAM).

En todas las Universidades existe un departamento de Acción Social, que hace una labor muy importante con la distribución de las becas para el alumnado y mediante el cual las zonas del país más pobres obtienen ayudas recibiendo profesorado de la sede central que se desplaza hasta allí para dar clase. La conciencia social es un pilar fundamental en este país, de hecho, para obtener cualquier título universitario es obligatorio hacer 300 horas de trabajo comunitario.

Todo el profesorado que conocí tenía una enorme implicación con el alumnado y con la vida musical del centro. Durante mi estancia asistí a varios conciertos, uno de ellos de una orquesta que al día siguiente iba a tocar a una zona indígena a la que sólo se podía acceder cruzando un río y en la que nunca habían escuchado música clásica. A su vuelta, el director me contó que el ambiente de cooperación que se había creado entre los músicos y con la gente de la zona había sido increíble.

El símbolo de la UCR es un girasol y en su escudo se lee la frase “Lucem Aspicio”, en busca de la luz en latín. Pregunté el porqué de un girasol y me respondieron que al igual que la flor busca el sol, los estudiantes buscan la luz a través del conocimiento. En todas las sedes que visité había imágenes o murales con girasoles.

Escudo de la UCR, con su símbolo, el girasol.
  Oso perezoso de la EAM, animal símbolo del país..

                       

Uno de los edificios de la EAM en San José, capital de Costa Rica.
Mural con un girasol en la Sede de Limón, en la costa Caribe del país.

Los costarricenses, conocidos como ticos, son verdaderamente amables y estuvieron pendientes de mí en todo momento. A mi llegada a la EAM su director Ernesto Rodríguez me enseñó el centro y me presentó al personal de recepción, conserjería, la bibliotecaria y los profesores a los que nos íbamos encontrando y luego me acompañó a mi primera clase, un taller de ópera. 

Con el director de la EAM, Ernesto Rodríguez

En San José el programa que observé era el Universitario, equivalente a nuestro grado superior. Para ellos era su tercera semana después de las vacaciones, tienen dos semestres, de agosto a enero y de marzo a julio. 

Durante las clases pude constatar que había una gran sensibilidad hacia la música propia, de hecho, el alumnado debe incluir en su repertorio obras de compositores costarricenses. 

Después de ver clases grupales de teóricas, banda, orquesta, coro y de diferentes especialidades instrumentales, me di cuenta de que, aunque estamos a muchos kilómetros de distancia, hay problemas y dificultades comunes. Aun así, tengo que decir que los estudiantes estaban muy preparados para llevar tan pocas semanas de clase y tenían mucho interés.

Una de las cosas que más me impresionó fue el trabajo que realizaban las encargadas del Archivo Histórico Musical, Susan Campos y Annett Seas, para recuperar música costarricense.

Con Susan y Annett en la entrada de la EAM con los murales indígenas que la presiden.
Foto con el cartel del proyecto de Constructoras Sonoras, basado en el legado que diferentes mujeres compositoras dejaron en Costa Rica. Era una publicación de las redes sociales del Archivo.

Fue Susan Campos la que me recomendó encarecidamente conocer al maestro del quijongo (instrumento tradicional costarricense) D. Isidoro Guadamuz de la O en mi visita a la Sede de Guanacaste en Santa Cruz. Allí tuve la oportunidad de encontrarme con él, que obtuvo el Premio Nacional de Cultura. Me recibió en su casa y tuve el placer de escuchar sus historias sobre cómo construir el instrumento y de oírle tocar canciones compuestas por él. Creo que fue la experiencia más conmovedora de mi estancia, ver cómo una persona de 88 años, con poca movilidad, pero toda la cabeza, se emocionaba tanto tocando y describiendo su pasión por la música.

 Con D. Isidoro y el quijongo.

En la Sedes de Santa Cruz y Limón la realidad social y musical era diferente, son zonas del país mucho más desfavorecidas. En la primera, en la provincia de Guanacaste, los alumnos aprendían mayormente por tradición oral y la marimba guanacasteca era uno de sus principales reclamos. 

Tuve la suerte de escuchar a uno de los grupos de marimbas y fue impresionante ver con la ilusión que tocaban. Mucho alumnado de estas sedes aprendía más de un instrumento para poder ganarse la vida de diferentes maneras 

Detalle de la marimba guanacasteca

En la sede de Limón, siempre acompañada de su director Roberto Henry Astúa, descubrí un estilo musical propio de allí, el calypso, cuyo máximo exponente fue Walter Ferguson, que desgraciadamente había fallecido un mes antes con 103 años. De hecho, en la Universidad tenían una asignatura para aprenderlo. Me dio mucha pena no poder asistir a una de sus clases, pero aún no habían comenzado.

Última jornada de tareas job-shadowing en Costa Rica. La aventura llega a su fin en Limón.

Después de haber estado 15 días rodeada de otras músicas e ideas, de nuevos planteamientos para abordar las clases y de maneras diferentes de vivir me volví cargada de energía para transmitir a mi alumnado lo importante que es tener una ilusión, en nuestro caso, por la música.

Quiero agradecer a Virginia Lis su enorme ayuda en la organización de la movilidad y su apoyo en todo momento, y a Sara Peral su gran trabajo e implicación para hacer posible que nuestro conservatorio forme parte de la maravillosa experiencia del programa Erasmus+.